Hace más de una década, comenzó a gestarse un sueño que parecía una utopía: recuperar una antigua vivienda colonial con el propósito de mantener vivas las tradiciones y costumbres de los alemanes del Volga. Con la firme intención de crear un espacio dedicado a la memoria y la cultura, una familia local decidió adquirir un predio cargado de historia y comenzar un largo camino de restauración.
Así nació La Casa del Fundador, un museo vivo enclavado sobre la avenida principal de Santa María, que invita a recorrer los ambientes de una típica casa de los primeros colonos. Cada rincón fue cuidadosamente reacondicionado para reflejar fielmente cómo se vivía en los inicios de la colonia, en un entorno que además ofrece un extenso espacio verde y un salón pensado para celebraciones comunitarias.
Este proyecto fue impulsado con esfuerzo intergeneracional: quienes lo iniciaron buscaron inspiración y ayuda en sus mayores, encontrando en ellos la experiencia y el profundo amor por la tierra de sus antepasados. Al mismo tiempo, contaron con el acompañamiento entusiasta de las nuevas generaciones, quienes desde pequeños se involucraron con curiosidad, trabajo y compromiso. La restauración fue, así, un puente entre generaciones: un acto de reencuentro con las raíces, pero también una siembra hacia el futuro.
A lo largo del tiempo, surgieron nuevas ideas, nuevas propuestas, y así el sueño creció. La inauguración oficial coincidió con la décima edición de la Strudel Fest, como un homenaje a la cultura viva que esta casa representa. En ese momento simbólico, se celebró el recorrido hecho, y se agradeció a todas las personas que, de una forma u otra, aportaron su granito de arena para hacer posible este legado.
Hoy, La Casa del Fundador es más que un museo: es un símbolo de identidad, un lugar donde la historia se honra, la memoria se comparte, y las tradiciones se siguen transmitiendo, vivas y abiertas al encuentro con las nuevas generaciones.